miércoles, 3 de diciembre de 2014

Desde París, con amor.

Si se han mantenido al tanto de las noticias recientes por aquí, ya saben que estuve unos días en París. Bueno, pues hoy es finalmente el día en que estoy compartiendo un poco de mi viaje aquí, solo para ustedes. 

Veamos. 

Mi primera mañana en París decidí que mi viaje iba a ser un poco inusual. No quería ver masas de gente, interminables filas y turistas por todas partes. No quería esperar mil horas para ver el Musée d'Orsay y definitivamente no me iba a congelar en la fila para el Louvre. No. Éste iba a ser un viaje distinto. ¿Cuáles son las ventajas de viajar sola, si no puedes manejar tu propio horario?

Después de mi primer café de ese día, salí del hotel. Afuera, el viento estaba terrible y mi nariz estaba congelada pero después de vivir en India por los pasados meses...el frío otoñal de la Ciudad de la Luz era una bendición. Ponerme un abrigo se sentía como lo mejor del mundo.

Para este viaje decidí hospedarme cerca de la Plaza de la República, unas calles más allá del Bd. Saint-Martin. Es una muy buena localización sin estar tan cerca del centro de la ciudad (y es mucho más barato). Encontré un hotel muy lindo gracias a este post de uno de mis blogs favoritos. A que no adivinan cuál es. 

Como tenía el metro a unas cuadras de mí, en cuestión de minutos estaba parada fuera del primer lugar al que prometí no ir: el Louvre. Deben haber sido entre las 8 o 9 de la mañana. Las líneas comenzaban a formarse y el cielo resplandecía. ¡Ay, las pirámides! Yo estaba encantada. Una turista tan común, yo. 


De ahí es una caminata muy corta al Jardin des Tuileries. Eso sí, es otoño. Todas las plantas están secas. No me esperaba eso. 

Crucé los jardines y me encontré cara a cara con esta belleza. 


La Grande Roue de Paris

La Grande Roue original ahorita está en algún lugar de Italia (Rimini, ¿me parece?) pero esta rueda de la fortuna no estaba nada mal. Se veía hermosa con el sol de esa mañana. Y justo a su lado estaba el Obelisque, en medio de Place de la Concorde y...adivinaron, estaba lleno de turistas. 

Después de quedarme ahí un poco perdida, acabé siguiendo a un montón de personas y acabé en la puerta del Grand Palais, que es justo a donde quería llegar. No era realmente el Grand Palais lo que me llamaba la atención, si no la promesa de uno de los mejores cafés de París justo enfrente, dentro del Petit Palais.


Después de otro café y un par (de docenas) de pasteles, seguí caminando por la Avenue des Champs-Élysées para poder llegar a otro de mis (muy comunes) destinos: L'Arc de Triomphe. No, la verdad ¿a quién engaño? Quería ir de compras. Quería comer y caminar con los otros turistas y ver los escaparates. Fui a Disney Store París y me enamoré un poco (también me morí un poco porque ¿quién diría que cabe tanta gente en tan poco espacio?) y estaba a punto de seguir caminando, cuando encontré Ladurée y me volví loca. Comí mi tercer desayuno ese día. Heh.

De ahí, fue cuestión de caminar (más bien rodar y rodar) hasta el Arc, para tomar esta foto.


Después de perderme una vez más, llegué al lugar menos visitado del mundo. Nadie nunca va ahí cuando va a París. Para nada. 


Mis fotos de Trocadéro están todas en blanco y negro porque me agarró el mood romántico y decidí fotografiar mis propias postales. Y también porque la luz no era la mejor y mis fotos se veían horribles. El cielo estaba increíble, la torre estaba increíble y el día estaba magnífico. Punto.

Redirigí mis pasos hacia la multitud, y pasé abajo de la Torre y hacia Champ de Mars.


Me senté en una banca por un rato y contemplé a la gente. Hasta ese momento estaba enfurecida porque los parisinos se rehusaban a hablarme en inglés. Me habían forzado a quedarme callada simplemente porque no confío lo suficiente en mi francés y mi yo introvertida me detiene cada vez que quiero hablar, aunque sepa exactamente lo que quiero decir.

Eso sí, si tuviera que ser invadida por miles de turistas en la puerta de mi casa todos los días, yo haría lo mismo. Les daría la espalda a los turistas y sus preguntitas, sus mapas y su emoción. Pobres parisinos, ¿qué les estamos haciendo?

Mientras pensaba, mis piernitas me llevaron hasta el Musée d'Orsay.


Por mucho tiempo no supe si entrar o no. Mi artista interna se enfureció cuando decidí irme a sentar a ver el Sena, pero la romántica empedernida que hay dentro de mí sonrió un poco cuando me di cuenta de que estaba feliz. París está muy bien. La comida es fantástica. Puedo relajarme frente al Sena y caminar por aquí todo lo que yo quiera e ir a donde me lleve el viento. ¿Qué más le pido a la vida?


De ahí, la caminata al Pont des Arts es súper sencilla. 

Cuando estuve ahí me acorde de un fragmento de Rayuela que me encanta. 

"Ella es muy alegre. Adora el amarillo, su pájaro es el mirlo, su hora la noche, su puente el Pont des Arts."


Y en otras notas, en frente de este puente hay un puesto de crepas que está demasiado delicioso. No me lo perdería por nada en el mundo. 


Mientras me comía mi crepa, me puse el propósito de caminar por todos los puentes que cruzan l'Île de la Cité, así que me pasé gran parte de una hora zig-zageando entre les bouquinistes, tomando fotos y cruzando puentes.


También pasé en frente de Notre Dame (ya lista para Navidad) y llena hasta el tope de turistas. Igual, pasé la Sorbonne cuando caminaba a los Jardines de Luxemburgo y créanlo o no, me detuve a comer de nuevo. ¿Cuántas comidas llevo?


Los Jardines son una maravilla, incluso en otoño. Es un poco triste no ver flores alrededor, pero bueno...aún queda esto.


Honestamente, creo que el resto del día se me fue en comer delicioso, perdiéndome en París y tratando de encontrar mi camino de vuelta al hotel, en donde caí rendida justo después de cerrar la puerta tras de mí (y comerme los últimos macarrones del día).

En unos días regresaré a contarles un poco más acerca de mis aventuras en la Ciudad, así que espero que sigan leyendo.



P.D. La siguiente vez que se encuentren en París...

Caminen hacia la salida del Louvre que queda justo al lado opuesto del Jardin des Tuileries. Si cruzan la calle, se encontrarán con mi lugar favorito en todo París: una librería diminuta que se llama Abbey Bookstore (a un lado de Saint-Germain L'Auxerrois) que es perfecta para quien le gustan los libros y los lugares pequeños. Demasiado linda.

También, si caminan por Rue de Rivoli (entre el Louvre y el Hotel de Ville) en una esquina donde hay un Forever 21, verán una calle que se llama Rue de l'Arbre Sec. Si les gustan los libros tanto como a mí, visiten La Galcante. Es una tienda que vende artículos de prensa viejísimos y libros aún más viejos de todos los rincones del mundo...¡y huele a aventuras!

1 comentario:

  1. SIMPLE Y SENCILLAMENTE ERES INCREIBLE! LEERTE ES MI PASIÓN Y HE PODIDO VIAJAR CONTIGO DE PUNE A PARIS! GRACIAS PRINCESA! TE AMO!

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