domingo, 7 de diciembre de 2014

Desde París, con amor. (Parte II)

Era temprano por la mañana cuando el metro me dejó en la puerta del cabaret más famoso del mundo. 


Después de caminar alrededor por un rato, pasé frente al Café des Deux Moulins (¡donde trabaja Amélie!), y tras subir algunas de las famosas escaleras de Montmartre, llegué al Moulin de la Galette.

Caminé un poco más y me encontré con el Chateau d'Eau, rodeado por un pequeño jardín que aunque accesible a los turistas, se encuentra casi vacío. 


Unas calles más abajo está el Musée de Montmartre, conocido por haber sido la casa de varios artistas, entre los que destaca Renoir. 


El lugar es hermoso y desde ahí se tienen algunas de las mejores vistas de Montmartre. 

Paseando por el museo, me he encontrado al gato Salis, quien (se rumora) inspiró el póster de Steinlen para el cabaret Le Chat Noir de Rodolphe Salis, que es famoso por su teatro de sombras. 


En uno de los jardines de la Casa-Museo, tienen un café pequeñito que sirve uno de los mejores chocolates calientes que he probado (casi tan bueno como el Chocolate Abuelita).


Desde ahí se puede ver el Tanque de Agua y una de las torres de Sacre-Cœur. 


Una vez dentro del Museo, me enteré de toda la historia del 18ème arrondissement, aunque definitivamente mi parte favorita fue el estudio de Suzanne Valadon. No sé que tipo de magia tiene, pero mientras estuve ahí, lloré como bebé (en el buen sentido, claro). 


Antes de dejar el museo visité la última parte de los jardines, adyacentes al Clos Montmartre --el viñedo secreto de París. 


Si ven esta última foto detenidamente encontrarán el Lapin Agile (el cabaret más antiguo de Montmartre), antes frecuentado por Picasso & Modigliani. Las hojas secas que se ven en la esquina inferior izquierda de la foto forman parte del viñedo secreto que acabo de mencionar. 


He salido del museo y me he encaminado a una de mis últimas paradas.


No podía irme de Montmartre sin haber visitado Sacre-Cœur, asi que me he mezclado con todos los demás cientos de turistas, y he subido hasta el último escalón para explorar este lugar por dentro y por fuera.


Y bueno, al final de todo, sortear a otras personas ha valido la pena porque desde aquí se tienen la mejores vistas de la Ciudad. 


Después de observar por un buen rato, he regresado hasta Place du Tertre, en donde he comido desde brioche hasta quiche, una infinidad de crepas y para terminar, Tarte Tatin. En una de esas he muerto de risa cuando una señora me ha dicho que la única cuisine es la cocina francesa, los demás países solo tienen comida. Se nota que nunca ha estado en México. 

Cuando terminé fui a perderme entre las calles, a encontrar más sitios favoritos, cafés secretos y banquitas en donde leer un buen libro. 


No sé, yo escucho que todo mundo dice que París es la Ciudad del Amor y la mayoría sale de ahí encantado y haciendo planes para volver. Yo pienso distinto. París tiene magia, claro, pero no es un lugar que me gustaría recorrer con alguien más. Tampoco es lugar al que iría de compras. Tampoco es una Ciudad en la que me gustaría vivir. 

París me gusta porque el tiempo no pasa y el frío no se siente. París me gusta como para recorrerlo lento, o muy a prisa. Me gusta para caminar hasta que me duela el alma y para comer hasta reventar. Me gusta para leer un buen libro y pensar cosas que sólo se te ocurren cuando estás ahí, comiendo macarrones y siendo tan común. París me gusta como para comprar los libros usados y re-usados de los bouquinistes. París me gusta como para dibujar el Sena, pero sobre todo, París me gusta como para escribirlo. Una y otra vez. 

Sí, para eso me gusta París.

2 comentarios:

  1. Hija, a veces quisiera no halagarte tanto; pero definitivamente no puedo! tus fotos son hermosas! sabes, me encanta leerte y a veces después de leer me parece corto, me parece poco, me parece que me falta, pero te tengo! TE AMO!!!!!!!!!!

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